domingo, diciembre 09, 2007

Esta semana ha sido todo un poco confuso. Otra huida de la realidad por la puerta de atrás, esta vez en forma de cama y desayuno para tres tipos sin escrúpulos y muchas divisas. Con uno de ellos comparto madre y un odio desmedido hacia anarosaquintana y alrededores.
Anoche fue ya la hostia. Grabamos un par de canciones en directo versionando a un cantautor de Carabanchel. Y nos pusimos hasta las trancas de vodka ruso. Que está de puta malder.
Joder me he reido mucho. Hicimos una sesión fotográfica por todo el edificio, visitando pasillos, ascensores y rellanos desvestidos con una bata de boatiné, un guante de poder negro, un pimiento, el paraguas rojo, una maleta vieja, suspensorios, y toda la mierda que voy robando de la lavandería. Una sesión fotográfica digna de alguno de los payasetes venidos a más que proliferan ahora por estos mundos cibernéticos. Que no voy a dar nombres porque es lo que se busca aquí. Y yo no trabajo si no me pagan. O en su defecto me la chupan.
Total que acabamos en el ascensor totalmente desnudos y con parada obligatoria en cada piso, porque así lo permiten los ascensores del futuro con memoria fotogénica.
Después de la visita guiada pusimos a los Envelopes a toda virolla. Y nos desnudamos y nos fotografiamos fingiendo actos sexuales entre dos personas del mismo sexo. Y juramos que si alguno de nosotros alcanza la posteridad antes de su muerte, los demás nos comprometemos a publicar dicho material en la primera semana de su triunfo. Sin demora.
Aún no tengo las fotos pero prometo poner culos y pollas aquí. Que eso da la vida a unos escritos tan de muerto seriote a los que os tengo acostumbrados ya va para dos meses.
Fuimos en el útlimo metro al club de moda de la ciudad ésta. Y pagamos un pastón para estar dentro una hora. Y yo me pasé casi el doble fuera, fumando como un marido al que su mujer le pone los cuernos. Empalmando los puritos uno detrás de otro, y empalmando a dos maricas que yo imaginaba uno detrás del otro. Que me hablaban en arameo sobre las virtudes de la homosexualidad en los albores del siglo veintiuno.
Luego íbamos a ir a un barco que trabaja de hostal para jóvenes, pero nos fuimos a que les enseñara el escaparate de la tienda de discos que está en los túneles de las esclusas. Que me ha caído el encargo de comprar un libro sobre la sicodelia sueca 1969-1972. Y con la pasta de vuelta a la entrega del material para más inri.
Que me queda poquito aquí, y ya no es tan infierno el invierno. Os he mentido a todos, no soy ningún desgraciado. Al revés.
Igual esta noche me voy de putas. Voy a ver si llueve.
Un momento.

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