El otro lado del espejo te puede demostrar muchas cosas. Satán bailando alrededor de una hoguera de vanidad e indecencia. Una ciudad llena de prostíbulos, bulímicas y bulos que dicen que eres el mejor. Divagaciones entorno al fin de los días. Carreteras sin automóviles. Chaquetas de piel. Zapatos llenos de arena. Y más arena en los bolsillos. Una continua huída hacia adelante que camufla la desesperación graduándola. La caída del sol, la llegada del eros, el tánatos, baco y ares. Alas de cera derretidas por el calor de un flexo sin bombilla de bajo consumo. Presencias discretas. Escondidas. Idéntidades falsas. Risas estúpidas. Alcohol. Taxis y taxímetros. Dinero. Tarjetas de débito. Tu mente extiende facturas que tu cuerpo. Soledad. Desidia. Nembutal. Queroseno. Agua ardiente.
Desfigurados. Eyaculados. Renglones torcidos. Tachaduras. Equivocaciones. Vueltas a empezar. Atropellos. Amaneceres en valde. Tierra yerma. Billetes de avión. Asertividad negativa. Incongruencias. Gilipolleces. Caballos. Caballos salvajes que vienen a por mí.
Benzeno. Gasolina y anís. Tostadas con mantequilla. Huevos revueltos y alquitrán. La ciudad desvelada. Amanecida contra su voluntad. Almas sin purgar. Judíos dirigiéndose a su particular ducha. Saltos al vacío. Esquizofrenia. Corsés y venta ambulante. La máquina a destiempo. Carcoma. Y el olor a tierra a mojada. Intentar sobrevivir en la península de Kamchatka.
Y al otro lado del espejo satanás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario