martes, diciembre 08, 2009

Caminar es válido aún cuando se hace sin destino.
Cuando no hay rumbo alguno tampoco puede haber reproche. No hay error ni itinerario.
Yo he sido mi trayecto; y el paso de mi tiempo, mi inercia. Así es imposible equivocarse.
En la supervivencia de lo dinámico reside el paso que ha sucedido al anterior.
Y así sucesivamente.
Como un móvil futurista y perpetuo conectado a una central nuclear.
El módulo de la velocidad es la celeridad y es ya de por sí un logro. La conquista del horizonte moviéndose unos metros más allá. Sin valores absolutos. Celeridad.
Escapando de todo lo imperfecto huyendo hacia adelante y esquivando todas las trampas que dejé en el camino para cuando viniérais a por mí.
Las utopías huyendo de nuestros avances. Los tabués cercados en corral de inmoralidades de hoy y supuestos del mañana.
Aunque no lo creáis he estado caminando.
Por cierto, he visto a Leonard Cohen desplomarse encima de un escenario. Y caer su voz al suelo justo al lado de donde tomaron tierra sus rodillas.
Lázaro levántate y anda. O escribe de lo andado al menos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

por fin.

vodita

Suzanne dijo...

Eso, por fin.

Estepa Grisa dijo...

Menos mal que no te habías ido.

Me gusta (mucho) tu escritura.