Caminar es válido aún cuando se hace sin destino.
Cuando no hay rumbo alguno tampoco puede haber reproche. No hay error ni itinerario.
Yo he sido mi trayecto; y el paso de mi tiempo, mi inercia. Así es imposible equivocarse.
En la supervivencia de lo dinámico reside el paso que ha sucedido al anterior.
Y así sucesivamente.
Como un móvil futurista y perpetuo conectado a una central nuclear.
El módulo de la velocidad es la celeridad y es ya de por sí un logro. La conquista del horizonte moviéndose unos metros más allá. Sin valores absolutos. Celeridad.
Escapando de todo lo imperfecto huyendo hacia adelante y esquivando todas las trampas que dejé en el camino para cuando viniérais a por mí.
Las utopías huyendo de nuestros avances. Los tabués cercados en corral de inmoralidades de hoy y supuestos del mañana.
Aunque no lo creáis he estado caminando.
Por cierto, he visto a Leonard Cohen desplomarse encima de un escenario. Y caer su voz al suelo justo al lado de donde tomaron tierra sus rodillas.
Lázaro levántate y anda. O escribe de lo andado al menos.
3 comentarios:
por fin.
vodita
Eso, por fin.
Menos mal que no te habías ido.
Me gusta (mucho) tu escritura.
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