miércoles, julio 28, 2010

Voy a parecer la ramera de Virgina Wolf intentando arrendar una habitación propia, pero cada vez coincido más con ella. Parece, e incluso me atrevo a afirmar que hasta es, como si todo el mundo viviera en una habitación para sí y yo estuviera hospedado en el salón comedor. En esta humilde morada en la que habitamos, cada cual ha conseguido alquilarse un espacio. Algunos de manera compartida, otros con vistas a su personal ineptitud. Los más; la que le asignó el casero por estricto orden entrópico.
Pero yo no.
Yo estoy en el sofá, o mejor el diván por lo lacrimógeno del pataleo, situado entre la cocina y el baño. Que cae justo entre París y Tombuctú.
Mientras siendo ninguno digno de entrar en nuestras casas, cada cual se retira a sus aposentos a trazar los designios de su ventura. A poder prometer y prometer. A parir y a decidir. A elegir cojones, que es de lo que se trata.
Y servidor mientras; yazco tumbado viendo pasar al que mea, al que el apetito asalta en mitad de la noche. Al zángano tardío y al obrero temprano. Varado en el espacio de la libre interferencia. Instalado de manera permanente en el peor de los reproches que es la opinión no demandada. El juicio barato hasta la gratuidad. Y pagando las cuentas de gente sin alma que pierde la calma con el trinaranjus.
Y resulta frustrante ver como se entretejen ambiciones, se juega al cinquillo con el Tarot y se debate con ahínco el sexo de los ángeles mientras uno, y ese soy yo, es llevado por la inercia de los acontecimientos y las sinopsis de los demás. Y por eso he vuelto a escribir esta vez. Copón. Que aquí se entra y se sale como si esto fuese un burdel. Y al final lo que pasa con estas historias es que la puta acaba en el río y los quintos en las imaginarias. Como que hay dios con minúscula. Vamos a tener todos un poco más de respeto por lo más sagrado. Que la libertad de uno acaba donde empieza la del de enfrente, pero luego resulta de que el que duerme en el puto sofá soy yo. Y ustedes luego a sus camarotes a leer novelas, a hacerse pajas y a diseñar sus vidas. Y el menda lerenda sabe que al alba tiene toque de corneta al soniquete del primer gilipollas que le venga al gusto opinar ese día.
Venga por favor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

extraño leerte conchadetumadre!