He querido esperarme hasta estar verdaderamente de mala hostia para escribir sobre este tema. Y ahora con unas llamadas de teléfono ya se me ha puesto la mala leche que necesitaba. Últimamente tengo muchos amigos arquitectos y me acuerdo mucho de ellos. Y es que le han dado el premio Pritzker a Jean Nouvel. He respetado las dos semanas en prensa de decir lo puto amo que es, pero ahora creo que ya puedo yo escribir lo mío al premio nobel de la arquitectura.

Tamaña impostura no puede escapar al aguijón de este espacio mío y vuestro.

Empezaré diciendo que no conozco ni la vida, ni apenas la obra del laureado, pero de la trayectoria pretérita del galardón algo he oído. Y mi comentario es: Puta mierda.

Me da igual que se lo den al pepino más famoso desde la retirada de Ignacio Vidal o a todos los demás miembros incluidos en el club. Me dan mucho asco los arquitectos de hoy en día. Los veo como OTs enfundados en trajes caros y gafas de pasta. Se pondrán una americana color claro, o un cuello cisne para despistar, pero no les hagan caso. Son ricos, y peligrosos. Y algunos son hasta cambioclimáticos y ecologistas que es peor.

Me conmueven las aberraciones que plantean. Las pieles para el IVAM de la mora liberada y sin bhurka, los pepinos inspiración monolítica mierda menhir de la city de Londres, o el de Aguas de Barcelona con ziritione. Los maricas suizos Herzog&DeMeuron, con nombre cul, que además de follarse hacen Caixas forum y jardines ¿verticales?. La estupidez supina que se proyecta desde los tiralíneas más mediáticos del planeta. Siento vergüenza de las ciudades sin ciencia ni conciencia, de Niemeyer, de Lacatrava, de Tadao Ando y de cuantos pretendan sumarse a la estafa. Ninguno quiere hacer casas, quieren la entrevista, la foto, el pritzker y la esquela. Por ese orden.

Al principio culpé a los políticos por entregar dinero a semejantes circos. El dinero de mis padres, no dado a mí, sino a un intruso que se presentó en palacio con telas invisibles para hacer un traje al emperador. Pero ahora entiendo que la estafa nace de los otros, de los arte-quitectos. De los políticos sólo he probado su incapacidad y su imbecilidad motivadas por las ganas de tener a mucho chino con fujifilm, y algún que otro fernandoalonso; pero la maldad en todo esto nace antes, nace en un despacho-taller, o loft como dicen los premiados.

Lejos quedó lo de dar techo, pan y cama. Ahora arte. Un arte con minúsculas, de dudoso criterio y amparado por el vale todo, pero vale mucho. A ningún pijo mierda de éstos lo he visto dando con la solución perfecta para que llueva a gusto de todos. Poniendo agua en el desierto, o garajes de diseño en el centro de la ciudad. En la universidad deben enseñar cómo hacerse triunfito, y cómo ponerse la pipa y la gafa de pasta para las entrevistas, que de salvar vidas y dar cobijo ya se encargarán los obreros. Ellos a la pana y a la lana. A entrenar la estafa desde el aula, y a hacer del mundo un lugar mejor, con jardines verticales y óperas con columnas, y peinetas, y pepinos, y dobles pieles, y vidrio y metal, y pepinos otra vez, muchos pepinos. Cuantos más mejor. Y no saben ni lo que es la vivienda de protección oficial, y si la hacen, la hacen para salir en la tele, como el mamotreto que plantaron en San Chinarro unos estudiantes recién salidos de su clase de Timo y Embauco II. Se creerán físicos caminantes, ingeniosos y sensatos. Al final sólo sirven para engordar el detestable catálogo de Taschen. Y hacer libros de lomo ancho. Fascistas del hormigón, que lo único que me da pena es que la burbuja de mierda que ha estallado no os vaya a salpicar a vosotros, subidos en lo alto de vuestras obras de arte rascando el cielo.

Yo hace tiempo estuve a punto de ser diseñador. Pero ya me he curado. Y he jurado no perder el tiempo nunca más. Ni ponerle una flor a un pene y doblarle el precio. Las sillas son para sentarse, no para estar en un museo. Para retrospectivas las que hace mi ano después de comer ajo arriero, y no las de los Eames. Las mesas para comer, y los sofás para ver la tele. Y punto jodidos mentirosos.

El diseñador se inventa un problema que no existe, convence al mundo de su desgracia y luego le vende una solución que ya existía al doble de su precio lógico. Ese es el trabajo del diseñador. Le hace unas fotos en blanco y negro le pone una etiqueta y abre una tienda con nombre inglés en el centro de la ciudad. Y la gente le entrega su dinero en vez de dárselo a los camellos o a las putas que seguro le venderían mejor felicidad.

Qué pena me da Andy Warhol, y davidelfín y el minimalismo y lo fashion ahora que me he vacunado de ocho a cinco.

Y si os fijais vereis como la industria de la estafa entrena en la poligamia. Estos espantapájaros se copian, se fusilan, y se invaden sin problema, porque el cursillo así lo quiso. Actrices que cantan, cantantes que diseñan, diseñadores que pintan, pintores que construyen edificios, arte-quitectos que diseñan sillas barcelona, y mesas hechas por actores, cuando no son casetas para campos de refugiados. La arte-quitectura, el minimalismo, lo funcional, lo fashion, lo cul, el diseño sostenible y la virgen de Lourdes.

Charlatanes, vendedores de humo, negreros y maricas.

Artistas en definitiva.